La Conourgue, Masrvejols, La Gare-Guerin, Castillo de Castanet, Bosque de Paiolive,Castillo de Portes, Montver, Quezac,
Martes 14 de Julio. La Canourgue-Marvejols-La Gare-Guerin.
Pernocta: la Garde-Guerin (44.483150; 3.934285)
Son casi las 19 horas
y estamos a unos 600 metros de La Garde-Guerin un pueblín medieval. En un “belvedere”
con una vista impresionante a un cañón. Ahora somos dos autocaravanas y una
camper. Algún turismo queda aun. Pensábamos ir a camping otra vez, pero
teníamos que deshacer camino así que este sitio nos ha parecido estupendo. Las
vistas son inmejorables, se respira silencio y paz y solo oímos ahora el sonido
del viento. Aunque hace sol, la temperatura permite estar perfectamente en el interior
ya que el aire corre fresquito. Incluso creo que en el exterior haría frio.
Hoy al despertarnos no
hemos podido dejarnos vencer por la pereza. Si queríamos visitar La Canourgue deberíamos salir pronto, por
el mercadillo. Así que no tardamos mucho en levantarnos y sin mayores problemas
aparcamos a lo largo de la carretera que lleva a esta pequeña ciudad, a unos
500 metros del centro.
Rumbo ahora Chanan. El
navegador se empeñó en meternos por carreteruchas que fuimos evitando hasta que
llegamos a nuestro destino, pero el acceso a lo que era el único aparcamiento
de la ciudad no nos pareció de tamaño adecuado, así que decidimos volver sobre
nuestros pasos y poner rumbo directo a la Garde-Guerin. A lo mejor nos
equivocamos y esto hubiera sido el tercer error del día, pero así lo decidimos.
Circulamos por una
carretera nacional, de color rojo según nuestro mapa Michelin del año 2005 (ya
ha llovido) y luego deberíamos tomar una desviación por una amarilla. Habíamos
comprobado ya que hasta este “color” el ancho era adecuado. A partir de aquí, las
“blancas” son más bien de ancho algo insuficiente. Pero la carretera que nos
indicaba el navegador aparece con una señal de “barrene” (cerrada), así que
tuvimos que continuar nuestro camino y decidimos rechazar las desviaciones del
navegador que nos metían por carreteruchas “blancas” muy estrechas y casi
fuimos “dando la vuelta al mundo”.
Y es prácticamente una sola calle, pero cuyas casas y empedrado en granito gris, roza casi la perfección. En algunas no pude distinguir la argamasa entre piedra y piedra. Su construcción era casi perfecta. Muros con piedras perfectamente alineadas y colocadas, paredes rectilíneas, ángulos perfectos, y el color gris lo llenaba todo.
El pueblo actual debe
la primera parte de su nombre a la existencia de un castillo del que queda solo
su atalaya. El Barón Guérin de Tournel tomó posesión de éste. Los habitantes de
La Garde se habían agrupado pronto en una comunidad que guiaba y protegía a los
viajeros y los bienes a cambio de peajes. Fueron estructurados en el espíritu
de las Escuelas de Caballería del siglo XII. Caballeros (iguales) en derechos y
deberes compartieron el castillo o la familia y dividieron los costos y
beneficios.
Además de pequeña no
parece muy habitada por lo que falta el colorido contraste que las plantas y
flores que a los franceses les gusta tanto poner darían a las fachadas o a las
calles. Pero esto mismo la dota también de una extraña homogeneidad y el color
grisáceo de las piedras parece llenarlo todo. Tampoco hay mucha gente por “su”
calle por lo que si te detienes y miras alrededor el escenario parece casi
irreal, como de cartón piedra. Como si fuera el escenario ficticio para alguna
producción cinematográfica. Extraño y bello. Y su pequeña iglesia, su
interior…me sobrecogió. Es de un románico casi puro, muy parecido al español,
sobrio, adusto, pero con ese toque de elegancia y algo más de luz que hace que
se diferencie del español más austero y
lúgubre, algo más triste. Y desde la explanada
donde se encuentra la torre divisamos el mirador y alguna que otra autocaravana,
así que decidimos explorar el lugar y si nos gustaba, quedarnos. Y nos gustó.
Ahora, cuando son las
19.30 sigue entrando alguna que otra autocaravana. Es curioso porque la última se ha quedado a casi 6 metros de nosotros. Se
agrupan entre ellas, pero no se acercan
mucho a nosotros así que nos reímos y hacemos el chiste fácil de que como somos
españoles….estamos “apestados” y cuánto más lejos de nosotros, más
seguros….Posiblemente no sea así, pero sea por el motivo que sea, mejor. De
hecho, la última que ha llegado, habiendo 6 metros o mas a nuestra izquierda y
4 o 5 a la derecha, ha terminado por irse.
Miércoles 15 de Julio. La Garde Guerín-Castillo de Castanet-Bosque de Paiolive (Les Vans)-Pery
Pernocta: Camping de Pery.
Ahora nuestro recorrido discurría de col a col, entre bosques de pinos, hayas y robles, descubriendo cumbres y valles, dibujando las curvas de la sinuosa carretera que nos iba llevando de un punto a otro. Descubrimos el lago de Villefort rodeado de una densa vegetación arbórea y a sus orillas el castillo de Castanet (44.450097; 3.898532) formando una preciosa y pintoresca estampa y tras su contemplación al borde la carretera pusimos poniendo rumbo a Villafort.
Allí aparcamos sin problema pero la tal villa no tenía absolutamente nada destacable, pero nada de nada, así que
decepcionados nuevamente, retomamos nuestra ruta hasta Le Vans para hacer la senda
de los olivos o Bosque de Paiolive a unos 5 km al sur de Le Vans.
Un mapa dibuja las tres
rutas que comienzan allí. Elegimos la más corta de poco más de una hora y
calificada como sencilla. Así nos internamos en un bosque de robles donde las
rocas calcáreas estaban desperdigadas dibujando formas caprichosas, cuevas,
agujeros y espacios imposibles, mezclándose con la vegetación autóctona de
robles, y boj entre otras variedades. El paisaje tenía una magia especial.
Así caminamos casi en
soledad, sorteando árboles y rocas, subiendo y bajando por escurridizas piedras
por las que la pobre tula, sin zapatos, resbalaba haciéndola perder el
equilibrio.
Es un sitio único y que bien merece un paseo y aunque había bastante gente, es posible perderse casi en soledad y dejarse atrapar por la magia de estas piedras mezcladas con la vegetación hasta conformar un paisaje de peculiar belleza y con algún rincón….algo inquietante.
Miercoles 16 de julio. Pery-Foussinargues-Castillo
de Portes-Montver-Quezac.
Pernocta: Area Quezac.
Como ya habíamos
comido en un aparcamiento en un pueblecito a 5 km escasos de Florac, y menos
mal que fuimos ágiles para hacerlo, nos hemos dirigido a un Carrefour pequeño
para comprar algunas cosillas, entre ellas, huevos.
Pero la compra no ha
sido cómoda ya que Angel ha detectado una extraña pareja, ella sentada en el
suelo a la entrada pidiendo y él merodeando entre los coches y parándose y
dando vueltas alrededor de nuestra autocaravana, así que se ha ido y se ha
quedado junto a la autocaravana, y yo,
sin ser capaz de encontrar los huevos y sin saber cómo se dice en francés. A esto se sumó una empleada poco ingeniosa para
entenderme (creo que se lo he dicho en
inglés e intentado pronunciarlo en francés) así que me he tenido que auxiliar
con el traductor del teléfono y en cuanto ha visto escrito huevo en francés me
ha indicado.
Y después hemos puesto
rumbo a este lugar ya que los camping de Florac no nos convencían mucho y las
áreas gratuitas no parecían muy acogedoras. Son más bien para llegar tarde y
pasar la noche y a nosotros nos apetece más el exterior y un lugar agradable.
Esta han sido 13 euros e incluye la carga de agua.
Pero vuelvo al
principio.
Noche estupenda, como
todas. Hemos cargado agua y descargado grises….a cubos. No deja de
sorprendernos que es relativamente habitual en Francia que los camping no
dispongan de este servicio. Parecen ser viejos y estar más preparados para las
caravanas. Mientras efectuábamos estas labores domésticas de “avituallamiento”
ha llegado la panadera, a las 9. A esa hora no sé quién va querer unos
croisanes para desayunar, pero el pan era bueno.
Y hemos puesto rumbo a
Foussinargues para hacer una senda, la de Castillon que parte de esta localidad
y asciende en un desnivel de 200 m hasta cerrar un circulo de 4 km ida y vuelta.
Nos pareció adecuada para estirar las piernas, pero una vez llegados aquí, no
encontramos donde aparcar ni indicación alguna para la senda y además veíamos
una pronunciada pendiente donde supuestamente estaba localizada esta aldea hoy
abandonada, así que hemos decidido poner rumbo al castillo de Portes y luego
por Montvert hacia Florac.
Inicialmente la
carretera era buena con ancho suficiente aunque sin arcén. Los paisajes, muy
hermosos. Grandes extensiones de vegetación por todos los lados hasta que la
vista se pierde. Encinas, robles, abedules, hayas, pinos, enebros…mezclados o
alternándose van pintando todo nuestro recorrido.
Finalizado el paseo
hemos seguido las indicaciones del navegador que nos han introducido por una hermosa
carretera pero de ancho más bien justo aunque una señal indicaba hasta 12
toneladas aunque esto solo es posible si únicamente pasa él ya que en muchos
puntos es muy difícil el paso dos
vehículos simultáneamente.
Y de pronto, tras una
curva ha aparecido un enorme camión cuya cabina ocupaba toda la carretera, como
en una pesadilla. Perpleja, me he quedado parada frente a él que no dejaba de avanzar, empujándome. Angel
le ha hecho una señal para que parara mientras que me tranquilizaba y
descendiendo buscaba un lugar que nos permitiera el paso a los dos. Afortunadamente lo ha encontrado unos metros
detrás, así que he tenido que ir marcha atrás hasta poder apartarme. Incluso he
tenido que plegar el espejo para permitirle el paso. Una experiencia que
prefiero no repetir.
Hemos continuado
nuestro camino entre “col y col”, acompañados siempre con unas vistas muy
hermosas y un aire limpio hasta llegar a un mirador desde el que se
contemplaban unas impresionantes vistas. Nuestros ojos se han perdido en un
horizonte lejano entre inmensas masas arbóreas.
Hemos continuado
camino hasta Montver, la primera
localidad de la garganta del Tarn. Las Gargantas del Tarn figuran entre las
gargantas más profundas de Europa y constituyen una de las zonas naturales más
bonitas de Francia. Están flanqueadas por acantilados rocosos recorridos por
carreteras con grandes vistas panorámicas.
En Montver el
navegador me ha confundido buscando un lugar para aparcar y hemos atravesado
esta estrecha localidad para regresar sobre nuestros pasos y localizar el
pequeño aparcamiento que parecía ser el único. Y casi estaba lleno, exceptuando
un hueco en el que dudé que cupiéramos y otro hueco a la entrada donde no
molestaríamos y allí nos hemos quedado.
Pero Montver no tiene
nada de especial. Callejucas imposibles, estrechas y empinadas por las que
descendemos hasta el río Tarn. Pero aquí también confluye otro río. Hay una
bonita playa y una zona de baño. Las aguas son cristalinas y hay gente
bañándose. Un puente con “lomo de burro”, cruza el rio y un par de terrazas
alinean sus mesas a lo largo de él. La gente parece disfrutar, no sé de qué,
porque estar en la misma carretera a mi no me produce el menor atractivo, pero
hay gustos para todo.
Regresamos sobre
nuestros pasos y ponemos ahora rumbo ya hacia Florac, al Carrefour y luego al
área privada de Quezac donde estamos
ahora.
Como todas las tardes,
preparamos el día siguiente y es que en tan sólo una semana solo pude dejarlo
perfilado, así que toca concretarlo ahora. Creo que son demasiados días, que la
zona no da para tanto, pero este verano es extraño para todos y no nos íbamos a librar nosotros. Aun nos quedan unos
cinco días por aquí y yo calculo que si no mañana, sí el sábado salimos de esta
garganta aunque nos queda algún que otro sitio cercano y para pasear. Y si nos
siguen sobrando días, Navarra, el Valle de Baztan podrían ser un sitio guapo
para terminar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario